COMO DECIRLE QUE ESTÁ MAL

La mentalidad actual es tan egocéntrica que no puede entender porque uno no hacer lo que quiere hacer. El hombre actual no entiende porque privarse de algo que quiere. No ve razones para evadir la tentación pudiendo caer en ella. Como niños malcriados que quieren sus caprichos cumplidos de inmediato, llevados por su instinto, como si no tuvieran cabeza ni juicio ni moral, es decir animalizados.

¿Porque no tener sexo si uno quiere? ¿Porque no tener pensamientos impuros? ¿Porque no beber alcohol o usar drogas? ¿Porque no decir malas palabras? ¿Porque no puedo hablar mal de los demás? ¿Porque no puedo robar aun cuando no me vea nadie? ¿Porque debo dar su lugar a Dios? ¿Porque no debo matar?…

Muchos son los que no saben decir porque, pues creen que puede hacer cada uno lo que le venga en gana, especialmente si no lo ven los demás. Creen que el criterio para tomar las decisiones no es otro más que el propio capricho, sin importar las consecuencias. La mayoría aceptará que no hay que matar, pero todo lo demás se lo permitirán sin quedar con cargo de conciencia, e incluso considerándose buenas personas.

¿Qué razones podríamos exponer para iluminar a este tipo de personas y mostrarles que todo esto está mal? Entre muchas otras razones piensa en el daño que provoca cada una de esas faltas, cada infracción de un mandamiento es sumamente perjudicial; muestra un ser humano digno de compasión, sin libertad, atado, esclavo, adicto, sin capacidad de vivir lo que le toca vivir, ni de aceptarse a si mismo, ni a los demás, ni a Dios, ni la vida, ni las leyes naturales; es esclavo de su propio desorden egoísta que le lleva al pecado.

Adictos y sometidos a su propio instinto y capricho, faltos de madurez humana, moral y espiritual, no pueden privarse de lo que desean, cueste lo que cueste, así como el adicto al tabaco, a la droga o al alcohol, así están muchos adictos a sus propias necedades, percepciones subjetivas, gustos e intereses egoístas; incapaces de pensar en los demás ni de ver más allá de su nariz. No capacitados para convivir, pues ese EGO les hace antisociales.

Piensa como un mundo donde los hombres fueran libres realmente y no esclavos del pecado, donde no hubiera robos, asesinatos, ni violaciones, donde fueran libres para seguir los simples 10 mandamientos: No se necesitarían cárceles, ni ejércitos, ni cerraduras en las puertas; no habría hambre ni necesidad, viviríamos el paraíso, podríamos confiar en los demás. Cada infracción a un mandamiento nos aleja de ese paraíso ideal que anhela el alma, y es una muestra de la falta de libertad, del hombre herido, dañado, esclavo.

Hoy se habla de sociedad liquida, donde todo es fluido, intercambiable, no constante. Se niega que haya un bien y un mal, un camino correcto y otro incorrecto. Se prefiere enseñar que cada uno tiene el suyo. Para evitar toda clase de esfuerzo y sacrificio -palabra tabú, prohibida- cada uno decide lo que para él está bien o mal. Y así queda permitido salir cada uno con su loquera, hacer lo que le dé la gana, pese a quien le pese, sin importar las consecuencias; y se nos inculca que debemos aceptar las loqueras de todos, la “verdad” de cada uno.

Es decir, deciden dar luz verde al desorden egoísta, que cada uno viva como quiera, desde su ciego egoísmo (ahora elegantemente llamado inmadurez) sin darse cuenta que es convertir al mundo en una lucha de poderes, donde el hombre será lobo para el hombre, donde no se aceptaran los límites naturales que la misma vida y los demás legítimamente nos imponen. Como dice ese adagio conocido: mi libertad acaba donde comienza la tuya. Es básico para el respeto, fundamental para la sana convivencia. No puedo ir como Bulldozer avasallando e imponiendo mi capricho al que se me atraviese.

El resultado es un mundo de gente egocéntrica e individualista, donde todos viven sometidos a sus propias cegueras y caprichos, desconectados de los demás, incluso desconfiando o temiendo a los demás, viéndolos como rivales y amenazas; viviendo solo para sí mismos y ciegos para lo que viva o sufra su prójimo. Se decidió dar prioridad al egoísmo que al amor y a la comunidad.

Las consecuencias son evidentes -entre muchas otras- en el bajón de número de matrimonios, aumento de gente que vive sola, reducción de número de hijos, aumento alarmante de divorcios y separaciones que llega a tres cuartas partes de los que se unen. Mas suicidios, depresivos, asesinatos, abortos, delincuencia, robo, secuestro, etc. es decir cultura de la muerte, dado que vivimos contrariamente a nuestra naturaleza e identidad que es comunitaria y social.

Este mundo decidió dejarse llevar por el desorden egoísta, le dimos prioridad al individualismo, es más fácil, se evita el esfuerzo y sacrificio que requiere madurar, pensar en los demás… es más fácil hacer lo que le da la gana a uno; haciendo oídos sordos al alma, a Dios y a la Iglesia, y por eso mismo sale más caro, pues es ir contra la misma ley natural, la que se expresa en los mandamientos. El hombre prefirió irse con los enemigos del Dios y del alma: mundo, demonio y desorden egoísta de nuestra naturaleza caída. Y la consecuencia es dramática en todos los niveles: total descomposición social, que por este camino llegará a ser insostenible. Estamos abocados a la división, pleitos y guerras.

Así es difícil educar y enseñar que hay un bien y un mal, es difícil enseñar a vivir, pues en el mundo ya no creen que haya un solo modo de vivir bien, no se cree en un bien y un mal, estamos bajo la dictadura del relativismo, todo es según como se mire. El hombre como centro del universo, endiosado, cree poder decidir su propia verdad, su propio modo de pensar; cree poder decidir lo que esta bien y lo que esta mal, pero esto es un error, una mentira y engaño del enemigo y del mundo, que son del mismo equipo, junto con nuestro Ego, pues como dice la Palabra: “…el mundo entero yace bajo el poder del maligno” (1 Jn 5,19).

La verdad es que hay un bien y un mal, independientemente de que uno lo sepa o no, lo admita o no, lo quiera o no, lo conozca o no. Tan sencillo como que si bebo veneno mortal moriré. No importa si no lo sabía o no quería o pensaba que no me moriría; ni mucho menos si sale con la idiotez de que para él no era veneno sino refresco. Hay una realidad verdadera, no fluida ni opinable, no depende del modo de ver de cada uno. No decide cada uno lo que para el es verdad o deja de serlo. Lo que uno siembra es lo que recogerá. Si siembra ajos no puede esperar que salgan fresas.

Así cada uno en su ignorancia (que es connatural al ser humano) va a decidir erróneamente con frecuencia. Decide tener una sexualidad desordenada, llevado por su instinto, o decide robar, o mentir, o darle la espalda a Dios, o traicionar al amigo, o desoír a Dios, etc.… y eso tendrá consecuencias graves, nocivas, quiera uno o no quiera; no es opinable.

Y así sucede cuando infringes cada uno de los 10 mandamientos, que no son sino la formulación sencilla y simple de la ley natural. Ir contra ellos es ir contra la misma naturaleza, contra tu propio bien, contra tu libertad verdadera, contra la integridad humana.

Es como seguir las instrucciones de uso de un aparato. Si las conoces y las sigues sacarás el mejor provecho del mismo. Si no las conoces puedes pasar horas tratando de hacerlo funcionar o de obtener lo que quieres y sin resultado. Piensa por ejemplo en cuando tratas de poner la hora y fecha en un reloj digital nuevo, o de saber como toma las pulsaciones del corazón o mides las calorías que quemas. Hay un modo de obtener esos y otros beneficios. No es el que a uno se le antoje. O lo haces bien o te privas de sus beneficios o incluso dañas la integridad del aparato.

Lo mismo con nuestra vida. Si sigues las instrucciones dadas por tu mismo creador por tu bien, sacarás lo mejor de ti, y vivirás más feliz, pese a los límites e imperfección natural que nos constituye. Pero si no sigues las indicaciones sufrirás las consecuencias de tu propia torpeza y sufrirás más, como consecuencia de tu propio pecado, o de tu propio desoír la voz de Dios e ignorar la ley natural que Él te recomendó seguir.

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Así es como sufre el que no acepta su realidad, su condición humana limitada, las leyes naturales, su ser hombre o mujer, su enfermedad o salud, su nivel económico, su lugar de nacimiento; sufrirá si no se acepta como es, sea ciego o sordo, si no acepta que pierde una pierna en accidente, o que nació un hijo con deficiencias o su tono de piel o su color de ojos o su estatura etc.…

Es un mandamiento de Cristo: toma tu cruz de cada día y sígueme. Si no lo hacemos, si no aceptamos la realidad que no podemos cambiar, no podemos ser sus discípulos y sufriremos las consecuencias, en último termino la total destrucción, pues solo El es el camino que lleva al Padre, a la salvación.

Mt 7,13 Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Deuteronomio 4,40. Guarda los preceptos y los mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en la tierra que Yahvé tu Dios te da para siempre.

 

Acerca de juliodomenech

TOMO ESTE ESPACIO COMO REFLEXIÓN EN PROCESO. COMPARTIENDO LO QUE PUEDA DE VEZ EN CUANDO. SIEMPRE ABIERTO A CAMBIAR Y A ENRIQUECERME, PUES NO DEJAMOS DE LEER, DE VIVIR, DE APRENDER. COMPARTIENDO CRECEREMOS JUNTOS. NOS AYUDAMOS A NOS SALIRNOS DEL CAMINO DE LA VIDA, SINO POR EL CONTRARIO, ADENTRARNOS Y AFIANZARNOS MÁS EN EL. PARA ELLO SON NUESTRAS REFLEXIONES. ES TIEMPO DE GRACIA Y BENDICIÓN QUE NO PODEMOS DESAPROVECHAR. ESTE ES UNO DE TANTOS MEDIOS.
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