NO VIVAS SOLO POR MOTIVACION HUMANA

Vivir solo movido humanamente sería como no haber empezado a vivir el bautismo, dejando prevalecer el viejo ser sobre el nuevo nacido en el Espíritu desde el bautismo.

Si quedamos solo en la visión mundana y humana podemos tener optimismo, pero no esperanza; solidaridad, pero no caridad. Seriamos movidos por nuestra sensibilidad o instinto, apetencias y sentimientos, pero no impulsados por el Espíritu de Amor de Dios que fue derramado en nuestros corazones para que vivamos como Hijos de Dios, guiados por El.

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Sin Dios se vive solo humanamente, queriendo imponer tu criterio humano a los demás, tu expectativa. Demandando, exigiendo, o dando, según sea lo que te nace en cada momento y con cada persona; pero nos estaríamos perdiendo lo mas grandioso e importante de la vida, el vivir divinamente.

Tenemos a nuestro alcance la vida sobrenatural, la vivencia del Reino de Dios. No necesitamos esperar a la muerte para empezar a vivirlo. De hecho, hemos de empezar a vivirlo aquí, o no lo viviremos nunca. Hemos de optar por Dios en este mundo y dejarle ser Dios, aprender a amarle y a darle su lugar en nuestra vida, pues de otro modo lo estamos dejando fuera, minusvalorándolo y menospreciándolo, dándole la espalda y no permitiendo que nos dé la salvación y tantos frutos que quiere entrar a darnos.

Esto tiene abundantes y grandes consecuencias en la vida; esto cambia por completo una vida; es un abismo la diferencia del que la vive en la carne, solo humanamente, al que la vive en el Espíritu, impulsado por El. Es pasar de vivir en lo natural para vivir en lo sobrenatural.

El hombre nuevo en Cristo ve mucho mas allá. Tiene el corazón en los valores del cielo, los que duran para siempre, no en los pasajeros. Vive libre de tantas idolatrías que tiranizan y esclavizan a los hombres de este mundo, pues tiene el corazón en Dios. Ya no vive en las tinieblas como la gente sin Dios, dejándose llevar por apegos e ídolos de este mundo, y guiado por sus instintos, pues vive la libertad de hijo de Dios.

El hombre nuevo en Cristo puede vivir en la abundancia y en la escasez, con los ricos y con los pobres, en la salud y en la enfermedad, todo lo acepta como campo de trabajo en el que solo quiere complacer al amor de su vida que es Dios.

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En el matrimonio solo quiere dar amor verdadero, es decir, libre de todo interés egoísta quiere ayudar a su pareja, como a sus hijos a vivir ese mismo reino de Dios que él vive en su corazón, esa libertad paz y amor que le da el Espíritu Santo. Quiere ayudarles a crecer espiritualmente y a vivir en santidad. Todo lo de este mundo le es totalmente secundario, no le da mas importancia de la que tiene, pues sabe que es solo por un momento de paso en esta tierra, pero su corazón y mirada esta puesta en lo eterno, en agradar a Dios.

El hombre de Dios disfruta de todo y también es libre de todo. Su felicidad y amor no depende de lo que recibe de los demás ni de las cosas de este mundo, pues le vienen del verdadero manantial que es Dios Espíritu Santo que habita en nosotros. Solo quiere ayudar a los demás a ser mejores a abrir el corazón a Dios, manantial de todo bien verdadero.

Sin esta vida espiritual, sobrenatural, cristiana, divina, el ser humano sufre innecesariamente, tiranizado por su propio ego y por el enemigo que le engaña como quiere; la vida se convierte en una lucha de intereses egoístas entre los hombres, en matrimonios, entre hermanos, con familiares, con amigos, entre políticos, entre países, etc. sin la luz de Dios y los valores de Dios que hace posible el Espíritu Santo, somos esclavos de nuestros intereses egoístas, de nuestros gustos, miradas cortas, torpeza humana natural que nos constituye, ignorancia, caprichos, adicciones, engaños, gustos, ambiciones,…

El ego humano sin Dios es lo más digno de compasión, pues no se puede liberar de sus tendencias pecaminosas propias de nuestra naturaleza caída: soberbia, avaricia, ira, envidia, lujuria, pereza,… y esto es lo que hace de la vida un verdadero calvario, pues necesariamente topamos con otros egos que tienen otros gustos e intereses y chocamos por ver frustrada nuestra expectativa, por no ver satisfechas nuestras necesidades y deseos con los demás,… y es que ambicionamos desordenadamente, lo que no deberíamos.

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En la tiniebla del ego se le da más importancia a lo que tiene menos y menos a lo que tiene más; estamos en la mentira y en el engaño que nos hace buscar la felicidad y el amor verdadero donde no están. Y la lucha de poderes e intereses degenera en pleitos, imposiciones, agresiones y rupturas ineludibles, como vemos en la actualidad en matrimonios, familias, pueblos y naciones.

En suma, no sabemos amar, no hemos aprendido a vivir, pese a que Dios vino a ensenarnos. No le hicimos caso y pagamos caras las consecuencias. Tanto más sufrimos esto cuanto más separados de Dios estamos, como vemos a nivel mundial. Es claramente constatable la relación directa entre la separación de Dios, a nivel personal y social, con el aumento impresionante de divorcios, delincuencia, muerte, suicidios, asesinatos y todo tipo de maldad.

Necesitamos abrir el corazón a Dios. Sin El somos incompletos, como aves con un ala que no pueden despegar de los valores terrenales, pasajeros, superfluos. Dios nunca nos creo para estar solos, ni para pensar solos ni para mandarnos solos. Nos creó para la comunión con El, para vivir con El eternamente y sin El somos dignos de compasión, quedamos en la peor discapacidad, incapaces de levantar vuelo, de amar y de vivir verdaderamente. Sin El ni lucidez para pensar, en tinieblas, confundiendo valores y dando fruto amargo, condenados a la frustración y eterna perdición. No somos Dios, no podemos apoyarnos en nosotros, solo Cristo es la roca que puede cimentar nuestra vida.

Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón estará inquieto, sin descanso, hasta reposar en ti. San Agustín

 

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MENSAJES DE NEW AGE

La idolatría del desorden egoísta.

El bombardeo de mensajes de nueva era que se infiltran en la cultura, en las mentes y corazones, en las concepciones y mentalidad es abrumador. Incluso muchos cristianos los reciben con ingenuidad, sin darse cuenta de que son contrarios a nuestra fe y a las enseñanzas de JS.

  • Corre para ser feliz
  • Sonríe siempre
  • Vive el hoy
  • La vida es una, disfrútala
  • Aprovecha el momento, es lo único tuyo
  • Único sentido de la vida: disfrutar
  • Lo único deseable por lo que vale la pena vivir es comodidades y placeres de este mundo, …
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Y Dios queda fuera de todo eso. Sus enseñanzas totalmente ignoradas y relegadas. Estos mensajes llevan un mensaje implícito sumamente egocéntrico, no saben de compromiso, de esfuerzo, de sacrificio, ni quieren saber, y por tanto no sabe ni quiere saber del verdadero sentido de la vida, ni del amor verdadero, que es el único lugar donde Dios nos pide procurar la felicidad, no la superficial y momentánea, sino la verdadera.

Que acepten estas ideas las personas sin fe ni conocimiento de Dios y del verdadero sentido de la vida, lo puedo entender; es hasta lógico. Pero los que conocen a Cristo deberían de darse cuenta de que este es el camino contrario al propuesto por Cristo: déjate o niégate a ti mismo, toma tu cruz de cada día y sígueme.

El camino propuesto por Cristo, el único que lleva al Padre, el de la Vida, es el de la Verdad, no el del placer pasajero, de la inmadurez y egocentrismo, sino justo el contrario, el del amor que da la vida, que se sacrifica por el prójimo, y ahí encuentra su felicidad, en el darse.

En realidad, en estos mensajes se muestran ideales contrarios a los ideales de Cristo, ideales egoístas, del poner, tener y placer, del aquí y ahora por ser lo único que tienen, pues no creen en la vida eterna. Comamos y bebamos que mañana moriremos. Lamentable mentalidad idolátrica de este mundo que ignora a Dios; digno de compasión.

Así, su felicidad dependerá de si tiene placeres o no los tiene, de si tiene dinero o no, de si los demás le agradan o no. Tiene que suceder todo según su capricho egoísta y desordenado, no tendrá sentido para la cruz de cada día, ni para el trabajo, que vivirá como esclavo de Egipto, sin sentido ni deseo; ni para el envejecimiento natural que no podrá aceptar, ni para los que piensan distinto, a los que odiará y rechazará, como vemos en las ideologías polarizadas con fanatismo en la actualidad. Lucha de egos, incapacidad de convivir, porque no saben para donde van, …

No, la vida no nos pertenece, nada es nuestro, se nos prestó temporalmente, para que activa y colaborativamente aceptemos y recibamos el don de la vida eterna, sin la cual nada de este mundo tendría sentido. No se trata de vivir en este mundo como animales, buscando un bienestar temporal y sin aceptar lo natural de la enfermedad, envejecimiento y muerte. La razón de esta vida es llegar al destino, a la eterna. Madurar espiritualmente y crecer. Sin ello, vivimos como ciegos inconscientes en el aquí y ahora, sin preguntarnos por el origen ni el destino.

¿De qué le serviría a un hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? ¿Si no se abre a la vida eterna?

Sería como verse en el autobús y olvidarse de que es un medio para llegar a un destino, y vivir como si no hubiera mas fin que el autobús, buscando comodidades y bienestar como si fuera uno a vivir eternamente en ese autobús, en esta tierra. Nuestra mirada debe estar en el destino, no en el asiento del momento presente. Estamos en la imperfección, creciendo hacia lo perfecto. Y desaprovechamos la vida miserablemente, día a día, año tras año, cuando nos estancamos y no crecemos ni maduramos, cuando preferimos quedar en nuestro capricho infantil e inmadurez egocéntrica; sin ideales ni sentido, sin pensar a dónde nos dirigimos ni hacer nada por alcanzar la meta.

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SOMOS TEMERARIOS SUPERFICIALES

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Jugar con la vida es más peligroso que jugar con fuego, pues es jugar con el fuego del infierno eterno, según Jesús nos enseña. La mayoría de gente está jugando con este fuego, pues no toma la vida en serio y cree tener derechos a vivir bien, a no sufrir, a Dios, a su amor, a vida eterna, etc.; y la pasan distraídos mirando a todos lados excepto a lo trascendental, a Dios, a su palabra, al sentido de la vida, a los valores eternos… distraídos en todo lo de este mundo pasajero.

El ser humano, endiosado y cegado por el enemigo, no discierne entre lo realmente importante y lo trivial, y como niños pequeños, pasan la vida entretenidos en distracciones de este mundo, en quehaceres y juguetes que desvían su atención de lo que realmente importa, de la razón de ser de nuestra existencia y de todo lo que Dios mismo nos vino a revelar.

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La palabra de Dios habla en muchas ocasiones de esta necedad e insensatez del que niega a Dios, con vanos razonamientos e irresponsabilidad ante la misma evidencia de la creación y de la existencia, por eso dice que no tienen excusa. Veamos por ejemplo este pasaje de Romanos 1, 17ss:

Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del judío primeramente y también del griego. Porque en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, como dice la Escritura: El justo vivirá por la fe. En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó.

Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza;»

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Los cegados por el enemigo, preferirán creer en la nada más que en Dios, pues por mas irracional que sea, prefieren pensar que todo salió de la nada, que vino a existir por si solo, sin que nadie lo quisiera ni lo hiciera, antes que aceptar y creer en un Creador. Tienen la aversión a El que les deja ciegos a la verdad.

Y desde esa misma ceguera humana y espiritual tampoco querrán pensar en la muerte, en el mas allá, en las preguntas ineludibles de toda conciencia humana: ¿Quién me dio la vida? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Como vino todo a la existencia? ¿Cuál es el sentido de esta vida?

Son muchos los que prefieren taparse los ojos ante estas cuestiones y seguir distraído pensando en otra cosa, mientras el barco en el que navegan se dirige en un rio hacia una cascada inmensa que les lleva a la destrucción, por haber hecho oídos sordos a Dios y a sus conciencias, a la revelación divina por la que el mismo Dios hecho hombre murió en la cruz; sordos a las enseñanzas por el dadas para llevarnos a la salvación y vida eterna, para darnos su vida divina y abundante. Pero muchos prefirieron no saber nada, vivir el aquí y ahora, disfrutar su minuto de existencia en este mundo, sin querer saber de Dios ni de condonación o salvación. El ser humano es temerario y la ignorancia es así de atrevida.

Lucas 12:20
Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?’

Romanos 1:21,28
Pues, aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.

Salmos 10:4,6,11,13
El impío, en la altivez de su rostro, no busca a Dios. Todo su pensamiento es: No hay Dios.

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Salmos 14:1
El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, han cometido hechos abominables; no hay quien haga el bien.

Salmo 53,1. 4. El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, han cometido injusticias abominables; no hay quien haga el bien…. No tienen conocimiento los que hacen iniquidad, que devoran a mi pueblo como si comieran pan, y no invocan a Dios.

Salmos 92:6
El hombre torpe no tiene conocimiento, y el necio no entiende esto:

Jeremías 29,13. Cuando ustedes me busquen, ustedes me encontrarán, con tal que me busquen de corazón;

Deuteronomio 4,29. Pero desde allí buscarás al SEÑOR tu Dios, y lo hallarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.

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SER FIEL EN LO POCO

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Muchos, movidos por el Espíritu Santo, han dado la vida por grandes ideales. Algunos han dado la vida por Cristo. Si es posible entregar la vida hasta la sangre soportando tormentos terribles, entonces es posible entregar mucho menos por Cristo y por los demás.

Realmente es posible soportar con paciencia, y hasta con el gozo del amor, las contradicciones y angustias de cada día. Es posible tolerar serenamente que nos critiquen, nos rechacen o hasta nos ignoren. ¿Por qué no?

Deberíamos poder, con la gracia de Dios, tolerar hasta el martirio por Cristo y por el Reino de Dios, ¿porque no soportar los pequeños sacrificios de cada día, necesarios para aceptar y amar a los hermanos con sus limitaciones, torpezas, diferencias y pecados? ¿por qué no aceptar los sacrificios por ser malinterpretado, mal juzgado, criticado o calumniado?

Si quiero dar la vida por Cristo y ser mártir ¿Porque no puedo aceptar a los hermanos como son, con las diferencias que naturalmente les constituyen, con sus naturales torpezas y pecados? ¿Porque no aceptar la cruz de cada día cualquiera que sea? ¿Por qué no soportar el sacrificio de aceptar las enfermedades, las torpezas, los errores, los pecados, propios y ajenos? ¿Porque no aceptar el reto y esfuerzo que requiere apartarme de la tentación para vencer el pecado? Estos sacrificios son menores que sacrificar la vida hasta la sangre, de lo que también deberíamos de ser capaces, con la fuerza del Espíritu Santo que ya hemos recibido.

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Mateo 16,24. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.…

Si otros pueden ser asesinados por ser fieles a su opción, y se entregan decididos, ¿por qué yo no puedo recibir burlas, contradicciones y rechazos como los sufrió Jesús? ¿Por qué yo tendré que estar libre de todo sufrimiento, límite o angustia? ¿Quién soy yo para pretender que no se me pida nada o no me cueste nada?

Todo crecimiento requiere esfuerzo y sacrificio. No se logra un título universitario sin horas de estudios y dedicación. Bajar es fácil, como también destruir, pero subir o construir, siempre conlleva esfuerzo en este mundo.

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Nuestra maduración de seres humanos imperfectos, dada nuestro desorden egoísta, siempre requiere nuestra seria y responsable dedicación. Estamos como el bebe en el vientre materno, gestándonos para poder nacer a la Vida verdadera, a lo perfecto, al Reino de Dios. Y este crecimiento requiere constante nutrición y aprendizaje, por la predicación de la Iglesia y por la vivencia de la misma, es decir la experiencia de vida cristiana.

Si no soy capaz de ser fiel en lo pequeño, tampoco podre ser fiel en lo grande. Si soy fiel en lo poco, se me confiará más. Cf. Lc 16,10ss.

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Invocando al Espíritu Santo para que nos haga más firmes por dentro, podemos lograr que las contrariedades de la existencia y las molestias de la vida en sociedad no nos derriben ni nos quiten el gozo y la firmeza de ser discípulos de JC.

Hebreos 12, 1-4. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,

 fijos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado.

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COMO DECIRLE QUE ESTÁ MAL

La mentalidad actual es tan egocéntrica que no puede entender porque uno no hacer lo que quiere hacer. El hombre actual no entiende porque privarse de algo que quiere. No ve razones para evadir la tentación pudiendo caer en ella. Como niños malcriados que quieren sus caprichos cumplidos de inmediato, llevados por su instinto, como si no tuvieran cabeza ni juicio ni moral, es decir animalizados.

¿Porque no tener sexo si uno quiere? ¿Porque no tener pensamientos impuros? ¿Porque no beber alcohol o usar drogas? ¿Porque no decir malas palabras? ¿Porque no puedo hablar mal de los demás? ¿Porque no puedo robar aun cuando no me vea nadie? ¿Porque debo dar su lugar a Dios? ¿Porque no debo matar?…

Muchos son los que no saben decir porque, pues creen que puede hacer cada uno lo que le venga en gana, especialmente si no lo ven los demás. Creen que el criterio para tomar las decisiones no es otro más que el propio capricho, sin importar las consecuencias. La mayoría aceptará que no hay que matar, pero todo lo demás se lo permitirán sin quedar con cargo de conciencia, e incluso considerándose buenas personas.

¿Qué razones podríamos exponer para iluminar a este tipo de personas y mostrarles que todo esto está mal? Entre muchas otras razones piensa en el daño que provoca cada una de esas faltas, cada infracción de un mandamiento es sumamente perjudicial; muestra un ser humano digno de compasión, sin libertad, atado, esclavo, adicto, sin capacidad de vivir lo que le toca vivir, ni de aceptarse a si mismo, ni a los demás, ni a Dios, ni la vida, ni las leyes naturales; es esclavo de su propio desorden egoísta que le lleva al pecado.

Adictos y sometidos a su propio instinto y capricho, faltos de madurez humana, moral y espiritual, no pueden privarse de lo que desean, cueste lo que cueste, así como el adicto al tabaco, a la droga o al alcohol, así están muchos adictos a sus propias necedades, percepciones subjetivas, gustos e intereses egoístas; incapaces de pensar en los demás ni de ver más allá de su nariz. No capacitados para convivir, pues ese EGO les hace antisociales.

Piensa como un mundo donde los hombres fueran libres realmente y no esclavos del pecado, donde no hubiera robos, asesinatos, ni violaciones, donde fueran libres para seguir los simples 10 mandamientos: No se necesitarían cárceles, ni ejércitos, ni cerraduras en las puertas; no habría hambre ni necesidad, viviríamos el paraíso, podríamos confiar en los demás. Cada infracción a un mandamiento nos aleja de ese paraíso ideal que anhela el alma, y es una muestra de la falta de libertad, del hombre herido, dañado, esclavo.

Hoy se habla de sociedad liquida, donde todo es fluido, intercambiable, no constante. Se niega que haya un bien y un mal, un camino correcto y otro incorrecto. Se prefiere enseñar que cada uno tiene el suyo. Para evitar toda clase de esfuerzo y sacrificio -palabra tabú, prohibida- cada uno decide lo que para él está bien o mal. Y así queda permitido salir cada uno con su loquera, hacer lo que le dé la gana, pese a quien le pese, sin importar las consecuencias; y se nos inculca que debemos aceptar las loqueras de todos, la “verdad” de cada uno.

Es decir, deciden dar luz verde al desorden egoísta, que cada uno viva como quiera, desde su ciego egoísmo (ahora elegantemente llamado inmadurez) sin darse cuenta que es convertir al mundo en una lucha de poderes, donde el hombre será lobo para el hombre, donde no se aceptaran los límites naturales que la misma vida y los demás legítimamente nos imponen. Como dice ese adagio conocido: mi libertad acaba donde comienza la tuya. Es básico para el respeto, fundamental para la sana convivencia. No puedo ir como Bulldozer avasallando e imponiendo mi capricho al que se me atraviese.

El resultado es un mundo de gente egocéntrica e individualista, donde todos viven sometidos a sus propias cegueras y caprichos, desconectados de los demás, incluso desconfiando o temiendo a los demás, viéndolos como rivales y amenazas; viviendo solo para sí mismos y ciegos para lo que viva o sufra su prójimo. Se decidió dar prioridad al egoísmo que al amor y a la comunidad.

Las consecuencias son evidentes -entre muchas otras- en el bajón de número de matrimonios, aumento de gente que vive sola, reducción de número de hijos, aumento alarmante de divorcios y separaciones que llega a tres cuartas partes de los que se unen. Mas suicidios, depresivos, asesinatos, abortos, delincuencia, robo, secuestro, etc. es decir cultura de la muerte, dado que vivimos contrariamente a nuestra naturaleza e identidad que es comunitaria y social.

Este mundo decidió dejarse llevar por el desorden egoísta, le dimos prioridad al individualismo, es más fácil, se evita el esfuerzo y sacrificio que requiere madurar, pensar en los demás… es más fácil hacer lo que le da la gana a uno; haciendo oídos sordos al alma, a Dios y a la Iglesia, y por eso mismo sale más caro, pues es ir contra la misma ley natural, la que se expresa en los mandamientos. El hombre prefirió irse con los enemigos del Dios y del alma: mundo, demonio y desorden egoísta de nuestra naturaleza caída. Y la consecuencia es dramática en todos los niveles: total descomposición social, que por este camino llegará a ser insostenible. Estamos abocados a la división, pleitos y guerras.

Así es difícil educar y enseñar que hay un bien y un mal, es difícil enseñar a vivir, pues en el mundo ya no creen que haya un solo modo de vivir bien, no se cree en un bien y un mal, estamos bajo la dictadura del relativismo, todo es según como se mire. El hombre como centro del universo, endiosado, cree poder decidir su propia verdad, su propio modo de pensar; cree poder decidir lo que esta bien y lo que esta mal, pero esto es un error, una mentira y engaño del enemigo y del mundo, que son del mismo equipo, junto con nuestro Ego, pues como dice la Palabra: “…el mundo entero yace bajo el poder del maligno” (1 Jn 5,19).

La verdad es que hay un bien y un mal, independientemente de que uno lo sepa o no, lo admita o no, lo quiera o no, lo conozca o no. Tan sencillo como que si bebo veneno mortal moriré. No importa si no lo sabía o no quería o pensaba que no me moriría; ni mucho menos si sale con la idiotez de que para él no era veneno sino refresco. Hay una realidad verdadera, no fluida ni opinable, no depende del modo de ver de cada uno. No decide cada uno lo que para el es verdad o deja de serlo. Lo que uno siembra es lo que recogerá. Si siembra ajos no puede esperar que salgan fresas.

Así cada uno en su ignorancia (que es connatural al ser humano) va a decidir erróneamente con frecuencia. Decide tener una sexualidad desordenada, llevado por su instinto, o decide robar, o mentir, o darle la espalda a Dios, o traicionar al amigo, o desoír a Dios, etc.… y eso tendrá consecuencias graves, nocivas, quiera uno o no quiera; no es opinable.

Y así sucede cuando infringes cada uno de los 10 mandamientos, que no son sino la formulación sencilla y simple de la ley natural. Ir contra ellos es ir contra la misma naturaleza, contra tu propio bien, contra tu libertad verdadera, contra la integridad humana.

Es como seguir las instrucciones de uso de un aparato. Si las conoces y las sigues sacarás el mejor provecho del mismo. Si no las conoces puedes pasar horas tratando de hacerlo funcionar o de obtener lo que quieres y sin resultado. Piensa por ejemplo en cuando tratas de poner la hora y fecha en un reloj digital nuevo, o de saber como toma las pulsaciones del corazón o mides las calorías que quemas. Hay un modo de obtener esos y otros beneficios. No es el que a uno se le antoje. O lo haces bien o te privas de sus beneficios o incluso dañas la integridad del aparato.

Lo mismo con nuestra vida. Si sigues las instrucciones dadas por tu mismo creador por tu bien, sacarás lo mejor de ti, y vivirás más feliz, pese a los límites e imperfección natural que nos constituye. Pero si no sigues las indicaciones sufrirás las consecuencias de tu propia torpeza y sufrirás más, como consecuencia de tu propio pecado, o de tu propio desoír la voz de Dios e ignorar la ley natural que Él te recomendó seguir.

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Así es como sufre el que no acepta su realidad, su condición humana limitada, las leyes naturales, su ser hombre o mujer, su enfermedad o salud, su nivel económico, su lugar de nacimiento; sufrirá si no se acepta como es, sea ciego o sordo, si no acepta que pierde una pierna en accidente, o que nació un hijo con deficiencias o su tono de piel o su color de ojos o su estatura etc.…

Es un mandamiento de Cristo: toma tu cruz de cada día y sígueme. Si no lo hacemos, si no aceptamos la realidad que no podemos cambiar, no podemos ser sus discípulos y sufriremos las consecuencias, en último termino la total destrucción, pues solo El es el camino que lleva al Padre, a la salvación.

Mt 7,13 Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Deuteronomio 4,40. Guarda los preceptos y los mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en la tierra que Yahvé tu Dios te da para siempre.

 

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10 GRANDES VERDADES

  1. NO ERES VICTIMA. El éxito o fracaso depende enteramente de ti. Lo que sientes depende de ti. Esta en tus manos madurar y aprender, controlar y manejar tu vida, incluyendo tus emociones. Nada externo puede afectarte a menos que tú lo permitas.
  2. SI TIENES TIEMPO. La falta de tiempo nunca es la razón principal. Busca la raíz de lo que te detiene. Tú eliges tus prioridades.
  3. NO ERES UN ARBOL. Si algo no te gusta puedes cambiarlo. Si no te gusta donde estas puedes moverte.
  4. TE VAS A MORIR. Cada día que pasa no es un día más, sino un día menos. Aprende a vivir preparándote para ese momento.
  5. TE VAS A EQUIVOCAR. Es parte de la vida, eres limitado y tienes errores, como también los demás. Acéptalo y aprende de los ellos.
  6. ERES EL RESPONSABLE DE TU SITUACION. De ti depende los resultados que obtengas con tu vida y tu realidad.
  7. NO PUEDES CAMBIAR EL PASADO. Puedes aprender de el, para vivir mejor cada día. Y puedes construir un mejor futuro.
  8. SUFRIRAS DECEPCION. Acéptalo y da gracias a Dios por ello. No ha nacido ni nacerá nunca nadie para agradarte en tod

    ara que no idolatres al humano. El no te puede llenar ni cimentar tu vida.

  9. VES POCO Y DISTORSIONADO. No te fíes tanto de ti mismo como si tu fueras Dios, como si conocieras todo, cuando no conoces ni el 1%. Acepta que ves solo parcial y subjetivamente; no dejes de escuchar, necesitas complementarte con los demás.
  10. EL AMOR NO ES EGOISTA. Aprende a amar de verdad, pue esa es la finalidad principal de la Vida. El amor se da y se sacrifica procurando el bien del prójimo. Es el camino de la verdadera realización y plenitud.
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LA DECEPCION ES BUENA

Si las personas no nos decepcionaran, caeríamos fácilmente en una forma de idolatría y autosuficiencia que podría separarnos de Dios y nos llevaría a no llevarle a Él en el corazón ni mucho menos darle su primer lugar, pues se lo daríamos a esos seres queridos de quienes erróneamente nos dejaríamos deslumbrar, cayendo en la admiración y adoración.

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Jeremías 17 nos alerta ante el peligro de poner la confianza en otro ser humano, como camino de maldición y perdición, pues solo Dios es digno de nuestra confianza y adoración y solo confiar en Él es fuente de bendición. También Jesús nos insistirá en que para ser sus discípulos debemos dejar padres, hijos, hermanos, familia, es decir, no permitir que nadie ocupe el primer lugar en el corazón que corresponde solo a Dios. Si amas a tu madre o padre más que a mí, no eres digno de mí,…

Sobra decir que cumplir esto resultará de beneficio para todos, pues solo amando a Dios sobre todo y todos se tiene la verdadera libertad y el verdadero amor para amar verdaderamente a todos. Nadie mas que El merece toda nuestra confianza y adhesión. Nadie mas puede ser roca en la que apoyarnos con firmeza. Todos los hombres nos decepcionaran de un modo u otro, nos fallaran y pasarán.

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De ahí que tenemos que considerar una bendición si somos decepcionados por los hombres, si nos desencantamos cuando no responden a nuestra expectativa, sea el hijo, hermano, esposa, sacerdote, obispo, Papa, etc… pues así nos desprendemos de posibles apegos o admiraciones idolátricas y nos acordamos de que solo Dios puede saciar nuestra sed, como ningún ser humano de este mundo.

Esta es la lección que también recibió la samaritana de Jesús: el que beba de esta agua volverá a tener sed. Los cinco maridos o seis no pueden saciar la sed del alma, pues solo Dios puede, ya que al ser imagen de Dios tiene dimensiones infinitas que ningún ser finito puede llenar.

Los hombres no te extrañe que incluso te hagan daño y causen sufrimiento, pues ya lo advirtió Jesús: les perseguirán por mi causa, el mundo los rechazará, muchos son instrumentos del enemigo, como lobos que atacan a los míos, a mis ovejas, pero no teman, el que persevere hasta el final se salvará. El padre sabe todo, hasta el detalle, de cada sufrimiento que tienes por mí, hasta los cabellos de la cabeza están contados, no temas pues, yo estaré siempre contigo.

Por tanto acepta la decepción, pues purificará tu fe y te afianzará en la única roca.

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¿PARA QUE SIRVE DIOS?

Mucha gente que no se acerca a Dios respondería a esta pregunta de modo claro y contundente: para nada. Y efectivamente, nuestra naturaleza caída por la desobediencia a Dios -tentada por el diablo enemigo de Dios y de los hombres, el mentiroso y homicida- quiso dar la espalda a Dios, para endiosarse a sí misma, y por ende, no quiere saber de Dios, incluso le estorbaría para hacer lo que le venga en gana. El hombre sin Dios no quiere someterse a nadie, ni a Dios, sino tan solo a sí mismo, es decir a su propio gusto, querer e interés, en su necedad y ceguera inmensa.

El ser humano vive en tal ignorancia que cree que lo poquito que conoce es todo lo que existe, aun sabiendo que no conoce ni el 2% de este mundo (lenguas, gente, instituciones, creación, libros, historias, ideas,…) y aún menos de la eternidad, pero comete el mismo error de la rana nacida en el fondo del pozo que, como nunca ha salido de allí, cree que no hay nada más que ese fondo del pozo, pues es todo lo que conoce.

El mundo se ha construido de espaldas a Dios, y no le deja lugar a Él. Incluso le estorba, como es cada vez más evidente al quitar cruces e imágenes religiosas de lugares públicos, o con las leyes impuestas contrarias a la ley natural y a la ley de Dios, y que los hombres de Dios se niegan a cumplir, por lo que también estorban e incomodan.

Para sobrevivir por unos años físicamente como animales de otra especie en este mundo no necesitaríamos a Dios, pero en realidad, nos privaríamos de quien nos haría la vida, incluso en este mundo, mucho más feliz; los valores cristianos hicieron posible la civilización, universidades y el desarrollo, con el cese de guerras incesantes y la unión de fuerzas.

Es palpable también en el mundo actual que en la medida que la humanidad se aleja de Dios, más se deshumaniza y animaliza, más desconfianza unos de otros, más individualismo, egoísmo, crimen, locuras, suicidios, homicidios, etc.

Dios es necesario para sacar de uno lo mejor, pues solo Él puede liberarnos de la esclavitud del pecado. De hecho para esto vino Jesús al mundo:

  1. Para liberarnos del pecado que es la principal causa de sufrimiento en este mundo, y del que no nos podemos liberar por nosotros mismos.
  2. Para darnos la Vida en abundancia, divina y eterna. Sin El no tendríamos la Vida. Solo la vida física pero no la espiritual, solo para sobrevivir, pero no para Vivir.
  3. Para nuestro pleno desarrollo espiritual, hasta alcanzar la santidad. Solo así se entra en el cielo eterno, purificados de todo pecado, que no puede tener lugar en el cielo, porque es la necedad y estrechez de miras de los hombres sin luz en este mundo. Hay que estar trasformados en amor para vivir en el Reino del Amor.

Si se mantienen en mi palabra conocerán la verdad y la verdad les hará libres…Todo el que peca es un esclavo, pero si el hijo les da la libertad, serán realmente libres. Jn 8,31ss.

Le pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados.

Él es el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo.

No podemos librarnos por nosotros mismos; el pecado es el peor cáncer que podemos tener, pues nos priva de lo que más anhela y necesita nuestra alma, que son los frutos del Espíritu Santo: amor, paz, paciencia, felicidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí. Imagina lo felices que seriamos en un mundo donde la gente diera estos frutos, o donde cumplieran los simples 10 mandamientos; no se necesitaría policía ni ejércitos, no se necesitarían cárceles, podrías confiar en la gente, sin cerraduras en las casas ni violaciones ni asesinatos… sería un paraíso, como el cielo.

El que nos priva de ese estado de felicidad para el que Dios nos Creó es el pecado, la falta de verdadera libertad, de dominio de uno mismo, que nos lleva a hacer lo que no queremos.

Pecado al que nos tienta el enemigo de Dios y de los hombres, como desde el génesis e incluso a Jesús, el mentiroso, tentador, que nos quiere separar de Dios y de la Vida. Desde un principio el paraíso lo destruyó el enemigo y el pecado del hombre y Cristo vino a restaurarlo, a ofrecernos la posibilidad de recuperarlo. Necesitamos que Él nos libre de la lepra del pecado, y se reveló con poder para ello, incluso para sacarnos de la muerte espiritual y llevarnos a la plenitud de su Vida.

Por tanto, Dios sirve de mucho, sirve para ensenarnos nuestra dignidad, a vivir como hijos de Dios, a sacar lo mejor de nosotros, a mostrarnos el camino de felicidad ya en este mundo, expresada por la misma ley natural que condensa los mandamientos y mucho mas que eso, para vivir los valores eternos, en este mundo y por toda la eternidad. Este es un valor infinitamente superior a todos los valores terrenales y pasajeros. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si no tiene la vida eterna?

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CAMINO DE MADUREZ HUMANA

De lo más importante que todos debemos aprender en este mundo es el amor verdadero, es decir, aprender a amar de verdad, con el amor que muchos -en este mundo superficial y materialista- ya no conocen, el amor sacrificado, que sale de sí mismo, del propio egoísmo -gusto, querer e interés- y sacrifica lo que sea por amor a Dios y por, al menos, respeto a los demás; idealmente más que solo respeto, ayuda y edificación.

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Creo que esto tan elemental, cada vez son mas los que lo desconocen. El mundo actual ha llevado a muchos a la ceguera espiritual que tiene como consecuencia un egocentrismo pavoroso, que es lo que podemos llamar también inmadurez, que va de la mano con síntomas de depresión, tristeza, victimismo, negatividad, reclamo, etc. Lo vemos en los que patalean y se manifiestan como locos si no sale el presidente que ellos querían, o si no se cumplen sus expectativas en diversas áreas de la vida. Se puede incluir también aquí la falta de aceptación propia de la familia y lugar en que nació, de los propios rasgos físicos, enfermedades o limitaciones, de la propia sexualidad etc.

La vida es para aprender, para madurar, es un proceso que no acaba nunca de crecimiento, de adueñarnos de nosotros mismos, de aprender a ser felices por nosotros mismos. La vida, con las pruebas, desengaños, decepciones, frustraciones, desencantos etc., nos enseña que no somos dioses, que no todo es como uno quisiera, que no podemos esperar los demás nos complazcan siempre, ni siquiera Dios ha de hacerlo, pues el mundo no gira en torno a uno, ni debo pretender tal cosa. No podemos depender de lo que el otro es o no es, da o no da, dice o no dice, pues esto nos dejaría cimentados en arena, como hojita seca que lleva el viento para arriba o para abajo, según como los demás le responden.

Es una postura de total e infantil inmadurez, de quien no aprende de las experiencias vividas a caminar, a pararse en sus propios pies, a responsabilizarse de su propia vida, de sus propias virtudes y defectos, de su propia felicidad o infelicidad. Esto será siempre consecuencia de las propias actitudes, decisiones, aprendizajes, y de nadie más que de uno mismo.

Es una postura cómoda de nuestro desorden egoísta que sigue la ley del mínimo esfuerzo, y por ello desde su soberbia, ira, envidia, pereza, lujuria, etc., no quiere salir de su zona de comodidad, de lo que le es más fácil y grato, de sus propios deseos e intereses que quiere sean siempre satisfechos. Rehúye los cambios, no quiere tener la culpa, es más fácil que la tengan los otros y así uno no tiene que cambiar, porque es el otro el que está mal y debe hacerlo. Y quiere que el mundo entero gire a su alrededor y le complazca sus deseos. Así es nuestro desorden egoísta, que todos tenemos y hemos de tener bajo control, aprendiendo, madurando.

Cree que su felicidad depende de algo exterior, cosas o personas, por eso tienden a imponer y manipular a otros, para que hagan lo que ellos quieren. Unos esperan alcanzarla con el poder, otros con el prestigio, otros con riquezas, otros con placeres, otros con personas, amistades, caprichos, viajes, actividad, etc.; esas son codependencias, adicciones, que pueden llegar a ser idolatrías que ocupan el lugar de Dios, pues se pone en ellas el corazón, y cuando faltan, se siente desgraciado, se deprime, patalea, se queja, se cree víctima, etc. pero el problema no esta afuera, sino adentro, en la propia actitud, en la propia inmadurez.

De antemano hemos de aceptar que nadie puede satisfacer nuestra expectativa, ni debe hacerlo; nadie ha nacido con esa vocación. No somos dios, no debemos nunca pretender imponer nuestra voluntad a nadie, ni menos a Dios. Es legítimo que cada persona tome sus decisiones libre y responsablemente, pero todos debemos hacerlo con sensatez, es decir sin esperar de los demás o de las cosas externas lo que no nos pueden dar. Sin caer en la actitud egocéntrica e inmadura de querer ser complacidos siempre, de no querer sacrificios ni esfuerzos, de querer imponer nuestra voluntad.

Podemos proponer, pero no imponer, y hemos de tener la madurez necesaria para que los demás decidan de un modo contrario a nuestro gusto o interés; obviamente cada uno cosechará lo que siempre y sufrirá las consecuencias de sus propias decisiones, y así aprendemos a caminar, tropezando y cayendo.

La cruz de cada día tiene sentido, es el camino que lleva al Padre; necesitamos saber aceptar muchas realidades que no podemos cambiar -en nosotros, en los demás y en el mundo- aunque no nos gusten, aunque sea cruz; no rechazarla como maldición; el cristiano la acepta y la abraza, como penitencia saludable, como muestra de madurez y amor a Dios, como camino que Dios le brinda para la santificación, parte ineludible y necesaria de la vida de todo ser humano.

El que quiera ser mi discípulo niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Sea la cruz que sea: la de la escasez o pobreza, de las limitaciones humanas propias o de los demás, del sacrificio impuesto, de no tener lo que se quiere, de tener que trabajar, de las debilidades o defectos, la propia sexualidad, enfermedades o discapacidades, accidentes, malos gobiernos, injusticia, inseguridad, leyes inicuas, etc.; el cristiano tiene la gracia de Dios para aceptarlo todo por amor a Él, uniéndonos así a El y a su santa voluntad, en todas estas precariedades humanas, que no podemos cambiar.

El inmaduro, en cambio, no quiere cruz ni sacrificio alguno, no quiere lo que cuesta trabajo, vive centrado en sí mismo, pendiente de satisfacer sus propios deseos, y renegando, lamentando y victimizándose cuando esto no sucede como él quisiera. Patalea y culpa a todo el que puede por sus problemas, carencias y desacuerdos. En su inmadurez e ignorancia, se atreve incluso a culpar y acusar a Dios por todo lo que le desagrada, de sí mismo, de los demás o del mundo. O peor, le niega e ignora para poderse endiosar a sí mismo y decidir por sí solo lo que esta bien y lo que no, y hacer todo lo que quiere desde su propia ignorancia. Y es ahí que llegan atrocidades como asesinatos, robos, abortos, y toda clase de maldad.

La luz de la palabra de Dios y la Gracia del Espíritu Santo nos hacen aceptar y querer el camino de amor y madurez que Cristo nos trazó, para tomar con gusto, fortaleza y valentía la cruz que se nos presenta cada día, de una forma o de otra, en la propia realidad y en la de los demás.

Esto es el privilegio de vivir como hijos de Dios, el bautismo, el reino de Dios que estamos llamados a vivir, desde la total aceptación de esta realidad humana, con todas sus precariedades, la aceptación de uno mismo y de los demás, como Cristo nos acepta y nos ama, incluso siendo pecadores. Este es el primer paso necesario para poder agradar a Dios, para poder crecer espiritualmente y ayudar a los demás a crecer también en santidad, desde la aceptación y el trato de amor cristiano que describe 1 Co 13. Es lo que debe distinguirnos a los cristianos: que nos amamos como Él nos amó y nos ama.

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QUE LUGAR LE DAMOS A DIOS

Cuando Jesús pide dejar a los padres y familia, dejar todo para seguirle es algo que todos debemos tomar en consideración, no solo los sacerdotes y consagrados que los dejan literal y físicamente. Todos, para poder ser discípulos de Cristo, para poder seguir sus pasos, y tener la vida nueva y abundante que vino a darnos, necesitamos darle a Él el primer lugar, como enseña en varias ocasiones, pues se trata del primer mandamiento, enfatizado por Jesús muchas veces y de muchos modos; si amas a tus padres o a tus hijos más que a mí, no eres digno de mí. Mt 10,37.

Se trata pues de un desprendimiento necesario para todos sus discípulos al igual que es obvio la necesidad de desprenderse de toda idolatría, pues es lógicamente contraria a la fe, ya que lo que ocupa el lugar del ídolo le quita el lugar que corresponde solo a Dios; de igual modo muchas personas y cosas pueden ser queridas de modo desordenado, como ataduras que no nos dejarían la libertad necesaria para dar prioridad absoluta al Reino de Dios como Él nos pide.

Es decir, necesitamos un desprendimiento de corazón, libertad de hijos de Dios, para amar a todos no en la carne sino en el espíritu, no solo humanamente, sino con el amor verdadero que viene del Espíritu Santo, para que sea amor cristiano, que busca el verdadero bien para todos, es decir la voluntad de Dios, y no el capricho egoísta, en el que se vive si no se le da prioridad a Él.

Jesús fue explícito en lo que se refiere a dejar familia, y también a la incompatibilidad del amor al dinero: deja todo, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, luego ven y sígueme (Mc 10,17) no se puede servir a Dios y al dinero, que difícil es que un rico entre en el Reino de Dios…. No es malo en sí, ni los bienes materiales ni la familia, que son hijos amados de Dios, el problema está cuando tenemos un amor simplemente humano, y se antepone el egoísmo, que te apega a ellos, que los convierte en ídolos, y te impiden la vida nueva en Cristo, la libertad de Hijo de Dios, para dar prioridad a su Reino, a costa de lo que sea.

Todos necesitamos aprender a amar con el amor cristiano, es decir como Cristo, anteponiendo el amor a Dios, como pide el primer mandamiento, para no amar falsamente, con el amor simplemente humano, que puede limitarse a un amor egoísta, y no buscar el bien verdadero del amado.

Esto es muy frecuente lamentablemente, y de consecuencias fatales, catastróficas, pues el pueblo cristiano, por lo general, esta muy lejos de darle a Dios su lugar, el primero, ni el segundo ni el tercero, con frecuencia lo tenemos como el último de la fila, después de un montón de ídolos baratos que no hacen sino perder nuestro tiempo y darnos falso alimento, que lleva a la muerte.

¿QUE ES AMAR DE VERDAD?

Es amar como JS; ¿y cómo nos amó JS? Dándonos a Dios, es decir vida en abundancia, salvación, frutos del Espíritu Santo, Amor, gozo, paz, bondad, mansedumbre, dominio de si, …

El mayor amor que podemos dar a alguien es ese mismo, esto lo recibirán por medio de la fe que nosotros podemos contagiar o facilitar a los demás. Y es el máximo bien que les podemos hacer, aunque practicáramos con ellos todas las obras de caridad y de misericordia posibles, como también hizo JS. Aunque hagamos esto, sin hablarles de Dios, les privaríamos de lo mas importante, de lo mas grande que Cristo vino a darnos, de lo único necesario para la salvación. De poco serviría nuestra caridad, si no procuramos ayudarles a abrirse a Dios por medio de la fe. Esta es la misión especifica y mas grandiosa de Cristo y la que El mismo encomendó a su Iglesia.

El mundo esta destrozado, lleno de malas noticias, de gente sin fe, sin Dios, sin cabeza, deshumanizándose, cometiendo atrocidades, como si Dios no hubiera venido a darnos su luz, a mostrarnos el camino de la vida, a revelarnos su voluntad, porque muchos cristianos no le hemos dado su lugar a Dios, ni el segundo, ni el tercero. No lo hemos vivido ni por ende lo hemos trasmitido y ayudado a vivir a nuestros propios hijos.

Muchos tienen a Dios como un accesorio innecesario, como un sombrero que toman y dejan cuando quieren, cuando le nace o se le antoja, pero sin escucharle, ni buscar conocerle, ni tomarle en serio; o como un genio de la lampara o un bombero del que solo se acuerda uno cuando lo necesita porque se ve en serios apuros.

Mt 6,33- Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura.

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